Hace justo un año, Zaragoza preparaba
sus corazones para vivir un verano de infarto. Un
día aparecía un atisbo de luz al final del túnel, pero al siguiente la
esperanza zaragocista se desmoronaba. Las palabras se las llevaba el cierzo.
Las promesas no eran más que eso. Conforme pasaban los días, la realidad seguía
siendo la misma: El Real Zaragoza estaba al borde de la desaparición. Pero como
dice nuestro lema, Zaragoza nunca se rinde; no podíamos quedarnos de brazos
cruzados viendo como nuestro club agonizaba. Más de 10.000 personas salimos a
la calle por la salvación. Y ahí comenzó todo.
Cuando nos daban por muertos, la
Fundación Zaragoza 2032 salvó al Real Zaragoza. Sin embargo, el equipo tendría
que afrontar otras muchas dificultades además de las económicas. Llegó la
pretemporada y ni siquiera teníamos plantilla. Pero eso no fue todo. A finales
de noviembre, Ranko Popovic sustituyó al técnico Víctor Muñoz. Parecía imposible
llegar a luchar por ascender, y lo conseguimos.
No hicimos una temporada
perfecta; dejamos muchos puntos por el camino. Tampoco tuvimos los mejores futbolistas,
pero sí unos jugadores comprometidos, con coraje, que hicieron despertar
nuestra ilusión. Rozamos la gloria, pero nos sobraron seis minutos. Ahora
recordemos dónde estábamos el año pasado a estas alturas y sintámonos
orgullosos de nuestro equipo. Esto solo lo consigue el Real Zaragoza.
Volveremos.
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