lunes, 24 de marzo de 2014

“Nací actor, pero también me habría gustado ser torero”


Rafa Blanca: actor, director y profesor de interpretación

“Nací actor, pero también me habría gustado ser torero”

Rafael Blanca, licenciado en arte dramático, director y profesor de interpretación,  promueve la diversión, la sonrisa y la risa. Aficionado a los deportes, a su hija y a hacer feliz a la gente. “Si volviera a nacer, volvería a ser actor, pero no se lo recomiendo a nadie”, asegura Rafa, que de no haber sido actor, le habría gustado ser torero.

Entrevista y fotografía: Lara García

¿Cómo se definiría?
(Risas) Soy un ser con otros, empático. Me gusta relacionarme con la gente y el mundo que me rodea. También que la gente esté feliz a mi lado, por eso promuevo la diversión, la sonrisa y la risa. 


Teatro y obra favorita.
Mi teatro favorito es el Principal de Zaragoza, sin duda, y mi obra favorita es Luces de Bohemia, la cual tengo la suerte de estar haciendo con el Teatro del Temple. Es una gozada, un clásico y lo estoy disfrutando doblemente.

Licenciado en Arte Dramático por la Escuela Superior de Madrid. ¿Qué le llevó a elegir estudiar Arte Dramático?
Cuando nací, sabía que había nacido actor. Empecé a estudiar geografía en la Universidad de Zaragoza, trabajé en el Corte Inglés de pescadero y de frutero y fue mi madre la que me animó: “Si quieres ser actor, estúdialo y te licencias como tal” me dijo. No me lo creía, pensaba que ser actor se basaba en actuar en un teatro, pero me formé como tal gracias a que mi madre me mandó los papeles para apuntarme a la prueba de ingreso.

¿Era buen estudiante?
Era un estudiante más. Cuando nos apretamos un poco todos somos buenos estudiantes, aunque también tenía mis momentos de rebeldía.

¿Cuál era su asignatura favorita? ¿Y la que menos le gustaba?
Mi asignatura favorita era interpretación, en la que realmente aprendíamos. La más odiada, acrobacia. Soy muy torpe, una vez casi matamos a Pepe Viyuela, vino a dar una clase con nosotros y por poco no le rompemos el cuello por mi culpa.

¿Cómo fue su primera experiencia profesional?
Fue una performance en el Parque del Retiro en Madrid para la presentación de una revista. Tenía 20 años, todavía era estudiante y necesitaban diferentes personajes para amenizar la gala. Me tocó hacer de cura. Al final nos dieron un dinerillo, no recuerdo cuánto fue pero a mí me supo a gloria.

Actualmente reside en Zaragoza, pero ha vivido incluso en Polonia, Eslovaquia, Chequia o Suecia. Cuéntenos su paso por aquellos países.
En esos países estuve dando clases de interpretación a alumnos de universidad. No tenían por qué ser actores, sino que tenían unas optativas entre las que podían elegir la asignatura que yo impartía: teatro. También estuve en Venecia, el lugar que más me gustó. Necesitaba el inglés, que se lo recomiendo a todo estudiante porque, aunque parezca un coñazo, con perdón de la expresión, aprender otro idioma es necesario. Hay que agarrarse a un clavo ardiendo y escapar de este país para conocer otras cosas. Luego volver, por supuesto.

Como dice, completó su formación en Venecia con la Comedia del Arte y realizó un máster en Londres.
Sí, bueno, el máster lo hicimos en Madrid porque vinieron de la Universidad londinense de Middlesex y estuvimos allí trabajando las nuevas tecnologías. A Venecia me escapé con 19-20 años. Era un chaval de aquí, de Zaragoza, que se había ido a estudiar a Madrid y ese verano decide salir de España por primera vez y se va a Venecia a trabajar. No sabía hablar ni inglés ni italiano, pero le eché morro, disfruté, aprendí y se me abrieron muchas puertas.

También es profesor de interpretación e imparte clases particulares. ¿Disfruta más enseñando o actuando?
Actuando, estar en un escenario es mi vida. En el teatro se nos ve en los ojos que disfrutamos. Las clases son por vocación, ya no solo por necesidad, pero mi madre era profesora y yo he cogido esas ganas de enseñar. No me gusta quedarme nada para mí, me gusta enseñárselo a la gente.

En el Conservatorio Municipal Profesional de Danza de Zaragoza, ¿cuál es su función?
El profe de interpretación. Bailarinas y bailarines se forman hasta que terminan en el conservatorio a los dieciocho años. Necesitan saber qué personajes están interpretando para transmitir unas emociones. La Julieta cuando baila no es lo mismo que si baila la Bella Durmiente. Son personajes distintos y tienen que entenderlo para emocionar con su cuerpo. Los bailarines tienen el código de la danza; los músicos, el del instrumento, el de la música; los actores, el de la palabra, el verbo, el cuerpo; los de la ópera, el canto.

Por lo tanto, está unido a la música, ¿qué tipo de música suele escuchar?
Me gusta todo tipo de música. Empecé desde niño a escuchar reggae, aunque mi música favorita es el flamenco y también la música de autor. Lo que menos, las músicas electrónicas.

Actualmente trabaja en las compañías “Gato Negro” o “Teatro del Temple”, pero también ha trabajado en cine y televisión. ¿Por cuál de las dos se decantaría?
Cine, creo. En la televisión, si sales en muchos capítulos, acabas acostumbrándote. En el cine haces la película y cuando la ves disfrutas del estreno. Tiene mucho más trabajo, pero es un arte más antiguo que la televisión. Por lo tanto, me gusta más el cine.

¿Y entre cine y teatro?
Teatro. Nací para ser actor de teatro.

Ganó cierta popularidad gracias al programa de humor futbolístico “Y en el fondo norte” de Aragón TV. Como aficionado de este deporte, ¿le resultaba más fácil o más difícil que de costumbre imitar a jugadores y personas vinculadas al Real Zaragoza?
Mucho más fácil y sobre todo más fácil que al resto de mis compañeros. No creo que les moleste si digo que ninguno de ellos tenía idea de fútbol. Chavi Bruna es el único, pero por ejemplo Jorge Usón, el gran “Chopper”, no tenía ni idea de fútbol y le costaba aprenderse las canciones de animación de los clubs. Yo, como aficionado, tenía ese gusto y esa facilidad al entender cuál era el mundillo que rodeaba al Real Zaragoza.

¿Cuál era su personaje preferido a la hora de imitarlo?
A mí el que más me gustaba era Lafita, aunque creo que a la gente el que más le gustaba era el presi, Agapito.

¿Alguna anécdota que se pueda contar?
Hay muchísimas anécdotas, pero hay una básica. Cuando nos ponían los partidos los domingos o los lunes por la noche, al punto de la mañana del día siguiente tenían que estar los guiones hechos y aprendidos. Muchas veces no nos daba tiempo a aprenderlo bien y teníamos que improvisar, ahí era de donde salían los grandes momentos, las locuras de la improvisación.

¿Real Madrid, FC Barcelona o… Real Zaragoza?
Real Zaragoza y luego, no me corto al decirlo, Real Madrid y el Real Betis Balompié, que son los equipos tirando para mi tierra. Nací a 300m del Bernabéu y mi familia siempre ha sido madridista, lo que pasa es que al llegar a Zaragoza te agarras al club de tus amigos, al que te abonas, al que ves todos los días, al más humilde.

¿Cómo ve la actual situación del club?
 Infame. Ya no es ni un club. Lo único que lo soporta es la masa social, que al ser histórica siempre va a tener bastante fuerza detrás. No es un club nuevo que se puede desvanecer.

También sigue el motociclismo, ¿cuál es su piloto favorito?
El motociclismo es un deporte que me gusta, soy fan de todos, pero los que más sigo y a los que más aplaudo son Jorge Lorenzo y Álvaro Bautista, los que para mí tienen la cabeza mejor amueblada ahora mismo. A ver Álvaro, este año tiene que explotar.

¿Y si tuviera que elegir entre que el Real Zaragoza ascienda a Primera División o que Jorge Lorenzo gane este mundial?
El ascenso del Real Zaragoza, sin ninguna duda.  

Los toros son otra de sus pasiones, ¿cuándo comenzó esta afición?
Un 23 de abril, San Jorge, que tenía yo 5-6 años. Mi tío de Jaén estaba en Zaragoza esos días y me llevó a la plaza. Toreaba Ruiz Miguel, buen cartel. Recuerdo que nos llevamos unas banderillas, mi tío por ser policía las consiguió. Me llamó muchísimo la atención la plasticidad, los colores, el aroma, el movimiento, la gente… Debió ser una buena corrida porque se sabe que si vas por primera vez y es un aburrimiento, cuesta volver.

¿Qué ruedo y torero son los que más le gustan?
El ruedo que más me gusta y donde más disfruto es el de Céret, que es una ciudad francesa. Toreros… soy seguidor de Morante de la Puebla pero me gusta mucho Fernando Robleño.

¿Tiene alguna otra afición?
El ciclismo. He sido ciclista desde crío, bueno… salía en un grupo aquí en Zaragoza. También aficionado a mi hija, a ser padre, una afición que hay que tener. Aficiones las que me echen, vicios todos (risas).

Hablando de su hija, ¿cómo compagina su vida profesional como actor y su vida personal como padre de la pequeña Jimena?
Haciendo puzles, literalmente. Mi aplicación de horarios del móvil está siempre llena: “estar con Jimena”, “estar en clase”, “ir a buscar a Silvia, mi chica”. Cuando puedo compaginar, mezclando hija con teatro, que la llevo a algún ensayo o a verme actuar, lo disfruto mucho porque ella también disfruta.

¿Le gustaría que su hija se dedicara también al teatro?
Me gustaría que se dedicase a lo que ella considere, pero no. Siempre digo “si volviera a nacer, volvería a ser actor, pero es algo que no se lo recomiendo a nadie”. Es muy duro.

¿Algún personaje u obra que le gustaría protagonizar?
Cualquiera es bueno, no tengo un mito. Hay compañeros que dicen “me gustaría hacer Hamlet” o “me gustaría hacer Max Estrella”. Yo no, a mí me gustan todos los personajes.

¿Ha pensado en producir una obra?
Para eso se necesita mucho dinero. No me gustaría, de hecho he ayudado a producir, pero no me gusta porque lleva demasiado trabajo y no estoy hecho para eso. Lo haría mal, tendría que aprender. Me gustaría más producir cine o televisión, eso sí, porque necesita más energía que producir una obra de teatro.

Actuar frente a frente con el público es complicado, ¿qué consejo daría para superar el miedo escénico?
El miedo escénico es algo innato, todo ser humano tiene miedo escénico, incluso nosotros, lo que pasa es que hemos aprendido a rebajarlo. Siempre hay que guardarse un poco de nervios, sino saldrías relajado y tienes que salir activo. Relajarse con la respiración, con las ganas de hacer. Si sabes lo que vas a hacer y respiras un poco, se acaba solucionado. Además, los resultados son mejores si has estado nervioso, al acabar la adrenalina sube.

En cuanto a la actual cultura española, ¿qué opina?
Deberíamos seguir el modelo cultural francés, por ejemplo, no en el caso de dar más dinero a la cultura porque considero que igual habría que empezar a quitar alguna, más que nada porque si la gente se acostumbra a vivir del dinero que te dan a fondo perdido al final no avanzas. Necesitamos vender productos como tal, que la gente los compre, pero teniendo algunas ayudas porque el mercado cultural es un mercado de riesgo, es decir, no es algo básico. El ocio es más difícil para eso, pero no puedes acostumbrar a la gente a que hagan lo que hagan van a conseguir dinero. Ahí está malentendido el mundo de la cultura hoy en día y por culpa de unos pocos piensan que el resto somos gente que vivimos de tocarnos la tripa. No es así.

¿Tiene algún otro proyecto en mente?
Sí, me gustaría hacer un monólogo teatral, no monólogo cómico como los que hago con improvisación con el Club Desastre, sino al estilo de otros grandes como El Brujo o Alberto Castrillo. Monólogos que pueden durar dos horas, con una gran historia y muchos personajes. Yo creo que ahora es el momento de empezar a hacerlo, tengo ideas en la cabeza. Igual también un diálogo con algún compañero como Paco Fraguas.

De no haber sido actor, ¿qué le habría gustado ser?
Torero. Creo que todos somos exhibicionistas por naturaleza pero los que se dedican a las artes escénicas tienen un punto más de ego que hay que controlar. Necesitas hacer feliz a la gente, que el público esté contento, ya sea en un ruedo, en un concierto, en un escenario de teatro o en un deporte. Es un buen sitio para hacerlo.

 ¡Espero que os haya gustado!

lunes, 3 de marzo de 2014

Pedro García Aguado: "Llegué a hacer cosas que no quiero recordar solo por el hecho de poder seguir drogándome"

Pedro García Aguado, más conocido como Hermano Mayor, se convirtió en uno de los mejores jugadores del waterpolo español. Sin embargo, el éxito profesional le llevó al fracaso personal. Comenzó a consumir drogas con 14 años y su adicción se fue desarrollando paralelamente al deporte hasta el punto de necesitar drogarse para sentirse bien.

Entrevista realizada por Leire Dieste y Lara García
 
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Fotografía: Leire Dieste
Su adicción a las drogas y al alcohol comenzó a la vez que empezaba su carrera en el waterpolo. ¿Por qué esa adicción?
Para situar, empecé a consumir con 14 años. Sí que es cierto que ya desde muy pequeño tenía mucha tolerancia al alcohol, no sé si en ese momento ya era adicto, con lo cual posiblemente mi adicción se fue desarrollando paralelamente al deporte y al éxito deportivo. Necesitaba drogarme para sentirme bien. El deporte también lo utilicé como droga, ya que también me hacía sentir bien cada vez que hacia un buen entrenamiento, un buen partido. Con lo cual una razón de por qué me convertí en adicto, porque tomé drogas.

¿Qué le llevó a pedir ayuda y cuáles fueron sus motivaciones para salir del mundo de las drogas y el alcohol?
No hay una motivación consciente de voy a seguir drogándome. Yo no tenía conciencia de que lo que me estaba pasando era un problema y mucho menos que era drogadicto. Tenía estigmatizada esa palabra a las personas que vivían en barrios marginales o tenían que ver con otro tipo de droga como podía ser la heroína, con lo cual no era consciente de eso. Para salir del mundo de las drogas y el alcohol la principal motivación que tuve fue el deterioro físico y mental al cual había llegado. El haberme separado de dos mujeres, tener dos hijas de mujeres diferentes, no tener dónde caerme muerto, haber hecho que mi madre viniera de Madrid a Barcelona para poder vivir con alguien y, sobre todo, el deterioro de la dignidad personal. Llegué a hacer cosas que no quiero recordar solo por el hecho de poder seguir drogándome. Principalmente me ayudó mi familia.  

Una vez superada esa adicción, ¿cómo definiría esa etapa de éxito profesional y fracaso personal?
Lo que al final me ha quedado de todo aquello son muchas experiencias, valores o capacidades que pongo ahora en mi vida diaria. El éxito profesional lo que me ha enseñado es que el éxito y el fracaso son dos grandes impostores, ya que, triunfando aparentemente, lo que me estaba pasando es que como persona estaba fracasando. Pero de toda esa experiencia es de donde he sacado todos los conocimientos para dedicarme a lo que me dedico. Con esto quiero decir que tanto uno como otro me ha servido para aprender.

¿Qué sintió el día que ganaron la medalla de oro en los juegos de Atlanta en el 96?
Para nosotros esa medalla era el último cartucho, ya que habíamos perdido, o ganado la de plata en los JJ.OO de Barcelona 92. La sensación que tuve fue de satisfacción, porque yo como siempre jugaba al límite. Si no hubiéramos ganado esa medalla, yo creo que nos hubieran echado a todos del equipo. Era un equipo deteriorado, no nos llevábamos bien con el entrenador y había muchos problemas. Aquella medalla de oro nos sirvió para reafirmarnos, para coger aire y sobre todo coger gasolina para cuatro años más. Para mí fue una gran satisfacción, pero al mismo tiempo fue una justificación más para poder celebrar algo, ya que cuando nos subimos al podio lo único que dije fue “vámonos ya de aquí que lo que quiero es llegar y coger una botella de vino”. Pero la sensación fue de haber realizado un buen trabajo, de haberlo conseguido después de haber sufrido mucho hasta llegar ahí.

En cuanto al programa de Hermano Mayor, ¿cómo nace el proyecto?
Es un proyecto que viene de Francia, de una productora francesa. Cuando había revueltas en los barrios periféricos de París, la figura del hermano mayor es la figura del jefe de las bandas, pero luego se convierte en interlocutor con los ayuntamientos y es la figura que apacigua un poco los disturbios. La idea en España lleva metida en los cajones de Telecinco durante mucho tiempo, lo rescata la productora Plural que es la que sigue teniendo los derechos aquí en España y mandan mails a educadores, psicólogos, etc. Yo me acuerdo que en aquel momento estaba trabajando como terapeuta de adicciones en un centro donde yo me había recuperado. Había publicado el libro, por ello se ponen en contacto conmigo. Gracias a mi experiencia y gracias a cómo en el casting yo me enfrento con un chaval, cuando nadie lo había hecho, les gusto y me contratan. Fue algo totalmente accidental. Yo creo que, más que por la altura, impongo porque cuando digo las cosas, las digo con conocimiento de causa, ya que yo he sido como esos chavales, he pensado como ellos y sé las excusas que se dan. Por ello los tíos cuando me ven llegar lo que les jode es que muchas veces les voy a dar en el clavo. Además, en cada actividad estamos como dos o tres horas aunque en el programa se vea solamente 3 minutos.

En el programa hay adolescentes que han perdido el buen camino de la vida. ¿Cuáles son las principales pautas que deben seguir unos padres para reconducir a su hijo?
Primero los padres tienen que darse cuenta de lo que ellos pueden hacer como padres, es duro ver que se han equivocado educando, que no han sido capaces de poner límites o incluso han sobreprotegido, con lo cual los hijos se han convertido en unos tiranos. Como eres mi hijo te quiero y, por ello, voy a hacer todo lo posible para reconducir esta situación para que el día de mañana tú no tengas los problemas de ahora. Cosas que deben hacer: saber cómo poner límites, saber cómo ganarse el respeto, que para eso son los talleres que hemos venido a dar en Ibercaja. Este tipo de talleres van muy bien para que padres con no muy buena autoestima, con no muy buena capacidad de formación para educar, recuperen esa autoridad dentro de casa y sobre todo se atrevan a poner normas a veces drásticas. 

Como sabemos no todo lo que sale en la tele es real. ¿Hay ficción en su programa o realmente son casos que pasan de esa manera en la realidad?
Todo lo que pasa en Hermano Mayor es real. Chicos que la terapia les ha venido muy bien en un momento, como luego no han seguido con esa buena actitud, han empezado a decir que se les ha pagado no sé cuántos mil euros, etc. No se paga a las familias. Sí que se paga cierta destrucción que hay en casa. Si tú haces un programa de tv, y rompen puertas, a esa familia la recompensas de alguna manera porque eso ha ocurrido mientras estamos allí. Lo que sí que ganan es la terapia. Además, se les da de alta como primer trabajo los nueve días que están trabajando con nosotros y así ya tienen un expediente en la seguridad social. Es la mínima compensación y yo no me prestaría nunca a teatralizar. Lamentablemente lo que ocurre es cierto, pero no es que sea cierto porque salga en tv, sino que yo en el despacho cada día tengo bronca con chavales que no aceptan normas, incluso chavales que son menores de edad. 
Esos comportamientos están normalizados en esas casas. Por ello no necesitamos teatralizar ni pagar a nadie para que aumente, simplemente somos especialistas en hacer cosas que no les gustan y sabemos que van a reaccionar así. Si yo desde pequeño las cosas las consigo pataleando, de mayor me da igual que me estén grabando porque yo no siento ridículo al hacer eso, no tengo vergüenza, sino que creo que es la forma de conseguirlas. Todo lo que han estado haciendo hasta ahora no es lo correcto y su manera de pensar y de comportarse se viene abajo cuando yo hago que se den cuenta de ello. Consiguen lo que quieren, pero pasan por encima de ti porque además tienen a los padres sometidos. Es normal para ellos, da igual que esté el cámara.

¿Y después de marcharse de sus casas? ¿Se realiza posteriormente un seguimiento? Cuesta creer que realmente cambian y no vuelven a las andadas…
Con algunos sí se realiza un seguimiento, con otros no. El objetivo del programa es reconciliar a la familia, luego quedan muchas cosas por trabajar y eso lo hacemos a través de Sonia Cervantes y especialistas de la zona. En ocasiones les ponemos en contacto con educadores sociales o trabajadores para que sigan manteniendo eso, la búsqueda de trabajo, cómo hacer un currículum, etc. A varios les he perdido la pista, algunos sé que han vuelto a las andadas, pero otros sé que están muy bien.

¿En algún caso ha pasado miedo?
Miedo no, lo que paso es mucha responsabilidad. Me pongo muy tenso al pensar que si yo no ayudo a este chico, si no logro hacer que cambie la manera de pensar, cuando yo me vaya va a ser aún más tirano de lo que es. Me siento muy presionado, pero miedo no porque son chavales perro-ladradores, sí que te levantan la mano, te tiran piedras, te insultan… pero sabes por qué lo están haciendo, les estoy dando caña y no están acostumbrados a que les den caña. Es una reacción normal.

¿Y nunca ha querido tirar la toalla porque parecía imposible cambiar la actitud de un adolescente?
Hubo uno que como no escuchaba le tuve que poner un esparadrapo. Un rapero que escupía a su madre. La hermana era militar y vivía en Zaragoza, el tío no callaba. Estaba acostumbrado a las peleas de gallos y le decías “no estoy peleando, no quiero quedar por encima de ti, simplemente te estoy hablando para que entiendas tu comportamiento con tu madre, que le estás echando en cara una serie de cosas que no proceden”. En este caso sí que yo le decía a la directora que no podía, por ello le pusimos un esparadrapo en la boca para que escuchara.
Un caso muy duro fue el de Fany, pobre Fany. La madre renunció, grabamos una cosa con ella y no pudimos emitirla porque era muy bestia. Fany le preguntó a su madre por qué le había abandonado y ella le contestó que sí le llamaba por teléfono. Fany tenía un problema serio de autoestima y eso le llevaba a irse con gente no adecuada. Cuando le dijimos a su abuela que le diera una lección, que le quitara el teléfono, ella reaccionó mal y la agredió, la arañó. No era mala niña, al final yo siempre digo lo mismo: son buenos niños.

Su labor tiene un mérito enorme, por lo que imaginamos que mucha gente le pide consejos incluso por la calle… ¿Cómo le sienta?
Consejos profesionales no. Hay algo que me molesta mucho y es cuando la mayoría tiene problemas con un niño pequeño, que me vienen y me dicen que ya me llamarán cuando se haga mayor. ¿Por qué no prevenir ahora que no se comporten así? Eso me da un poco de miedo, ¿no están viendo lo que ocurre si no lo educas bien? Luego no podrán. No es lo mismo un berrinche de un niño de 2 años que uno de 18, de 14 o de 16. En cuanto al mérito, no es solo mío, hay un gran equipo detrás como Sonia Cervantes, la productora, y sobre todo los editores que luego hacen todo tan bonito. Son muchas horas de grabación que tienen que resumirse en 50 minutos y de manera que se entienda perfectamente la historia.

Además de los libros que ha escrito y de las conferencias y seminarios que imparte, ¿tiene algún otro proyecto en mente que le gustaría llevar a cabo?
El proyecto más interesante es el de “Aprender a educar”, abrir un espacio residencial para adolescentes donde haya técnicas reeducativas, no que sea un centro disciplinario de castigos, sino chavales que no están adaptados en el cole, que tienen problemas en casa, que no saben gestionar la frustración y muestran agresividad, a que estén integrados con la naturaleza, con el deporte, con profesores o terapeutas para que el día de mañana puedan valerse por sí mismos.

Cambiando de tema y para concluir, ¿cómo llevan sus hijas que su padre sea una de las personas que más sabe sobre la adolescencia y sus problemas?
Mis hijas han sabido diferenciar el Hermano Mayor con el padre, aunque sí hubo un momento de confusión. La pequeña me presentó en el colegio como Hermano Mayor y yo le decía: “hija, que soy tu padre”, parecía Luke Skywalker. Sí tienen muy claro cuál es mi trabajo en televisión y cuál es mi función de padre. Eso sí, ce cansan un poco cuando me paran para pedirme fotos, ellas se apartan y les molesta bastante. 

Próximamente nuestro artículo en "Aragón Universidad". ¡Esperamos que os guste!
 

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