Rafa Blanca: actor, director y profesor de
interpretación
“Nací actor, pero también me habría gustado ser torero”
Rafael Blanca, licenciado en arte
dramático, director y profesor de interpretación, promueve la diversión, la sonrisa y la risa. Aficionado
a los deportes, a su hija y a hacer feliz a la gente. “Si volviera a nacer,
volvería a ser actor, pero no se lo recomiendo a nadie”, asegura Rafa, que de
no haber sido actor, le habría gustado ser torero.
Entrevista y fotografía: Lara
García
¿Cómo se definiría?
(Risas) Soy un ser con otros,
empático. Me gusta relacionarme con la gente y el mundo que me rodea. También
que la gente esté feliz a mi lado, por eso promuevo la diversión, la sonrisa y
la risa.
Teatro y obra favorita.
Mi teatro favorito es el Principal
de Zaragoza, sin duda, y mi obra favorita es Luces de Bohemia, la cual tengo la
suerte de estar haciendo con el Teatro del Temple. Es una gozada, un clásico y
lo estoy disfrutando doblemente.
Licenciado en Arte Dramático por la Escuela Superior de Madrid. ¿Qué le
llevó a elegir estudiar Arte Dramático?
Cuando nací, sabía que había nacido
actor. Empecé a estudiar geografía en la Universidad de Zaragoza, trabajé en el
Corte Inglés de pescadero y de frutero y fue mi madre la que me animó: “Si
quieres ser actor, estúdialo y te licencias como tal” me dijo. No me lo creía,
pensaba que ser actor se basaba en actuar en un teatro, pero me formé como tal
gracias a que mi madre me mandó los papeles para apuntarme a la prueba de ingreso.
¿Era buen estudiante?
Era un estudiante más. Cuando nos
apretamos un poco todos somos buenos estudiantes, aunque también tenía mis momentos
de rebeldía.
¿Cuál era su asignatura favorita? ¿Y la que menos le gustaba?
Mi asignatura favorita era interpretación,
en la que realmente aprendíamos. La más odiada, acrobacia. Soy muy torpe, una vez
casi matamos a Pepe Viyuela, vino a dar una clase con nosotros y por poco no le
rompemos el cuello por mi culpa.
¿Cómo fue su primera experiencia profesional?
Fue una performance en el Parque
del Retiro en Madrid para la presentación de una revista. Tenía 20 años, todavía
era estudiante y necesitaban diferentes personajes para amenizar la gala. Me
tocó hacer de cura. Al final nos dieron un dinerillo, no recuerdo cuánto fue
pero a mí me supo a gloria.
Actualmente reside en Zaragoza, pero ha vivido incluso en Polonia, Eslovaquia, Chequia o Suecia. Cuéntenos su paso por aquellos
países.
En esos países estuve dando clases de interpretación a alumnos de
universidad. No tenían por qué ser actores, sino que tenían unas optativas
entre las que podían elegir la asignatura que yo impartía: teatro. También
estuve en Venecia, el lugar que más me gustó. Necesitaba el inglés, que se lo recomiendo
a todo estudiante porque, aunque parezca un coñazo, con perdón de la expresión,
aprender otro idioma es necesario. Hay que agarrarse a un clavo ardiendo y escapar
de este país para conocer otras cosas. Luego volver, por supuesto.
Como dice, completó su formación en Venecia con la Comedia del Arte y
realizó un máster en Londres.
Sí, bueno, el máster lo hicimos en
Madrid porque vinieron de la Universidad londinense de Middlesex y estuvimos allí trabajando las nuevas tecnologías. A
Venecia me escapé con 19-20 años. Era un chaval de aquí, de Zaragoza, que se
había ido a estudiar a Madrid y ese verano decide salir de España por primera
vez y se va a Venecia a trabajar. No sabía hablar ni inglés ni italiano, pero
le eché morro, disfruté, aprendí y se me abrieron muchas puertas.
También es profesor de interpretación e imparte clases particulares.
¿Disfruta más enseñando o actuando?
Actuando, estar en un escenario es
mi vida. En el teatro se nos ve en los ojos que disfrutamos. Las clases son por
vocación, ya no solo por necesidad, pero mi madre era profesora y yo he cogido
esas ganas de enseñar. No me gusta quedarme nada para mí, me gusta enseñárselo
a la gente.
En el Conservatorio Municipal Profesional de Danza de Zaragoza, ¿cuál es
su función?
El profe de interpretación. Bailarinas
y bailarines se forman hasta que terminan en el conservatorio a los dieciocho
años. Necesitan saber qué personajes están interpretando para transmitir unas
emociones. La Julieta cuando baila no es lo mismo que si baila la Bella
Durmiente. Son personajes distintos y tienen que entenderlo para emocionar con
su cuerpo. Los bailarines tienen el código de la danza; los músicos, el del
instrumento, el de la música; los actores, el de la palabra, el verbo, el
cuerpo; los de la ópera, el canto.
Por lo tanto, está unido a la música, ¿qué tipo de música suele escuchar?
Me gusta todo tipo de música. Empecé
desde niño a escuchar reggae, aunque mi música favorita es el flamenco y
también la música de autor. Lo que menos, las músicas electrónicas.
Actualmente trabaja en las compañías “Gato Negro” o “Teatro del Temple”,
pero también ha trabajado en cine y televisión. ¿Por cuál de las dos se
decantaría?
Cine, creo. En la televisión, si
sales en muchos capítulos, acabas acostumbrándote. En el cine haces la película
y cuando la ves disfrutas del estreno. Tiene mucho más trabajo, pero es un arte
más antiguo que la televisión. Por lo tanto, me gusta más el cine.
¿Y entre cine y teatro?
Teatro. Nací para ser actor de
teatro.
Ganó cierta popularidad gracias al programa de humor futbolístico “Y en
el fondo norte” de Aragón TV. Como aficionado de este deporte, ¿le resultaba
más fácil o más difícil que de costumbre imitar a jugadores y personas
vinculadas al Real Zaragoza?
Mucho más fácil y sobre todo más
fácil que al resto de mis compañeros. No creo que les moleste si digo que
ninguno de ellos tenía idea de fútbol. Chavi Bruna es el único, pero por
ejemplo Jorge Usón, el gran “Chopper”, no tenía ni idea de fútbol y le costaba
aprenderse las canciones de animación de los clubs. Yo, como aficionado, tenía
ese gusto y esa facilidad al entender cuál era el mundillo que rodeaba al Real
Zaragoza.
¿Cuál era su personaje preferido a la hora de imitarlo?
A mí el que más me gustaba era
Lafita, aunque creo que a la gente el que más le gustaba era el presi, Agapito.
¿Alguna anécdota que se pueda contar?
Hay muchísimas anécdotas, pero hay
una básica. Cuando nos ponían los partidos los domingos o los lunes por la
noche, al punto de la mañana del día siguiente tenían que estar los guiones
hechos y aprendidos. Muchas veces no nos daba tiempo a aprenderlo bien y
teníamos que improvisar, ahí era de donde salían los grandes momentos, las
locuras de la improvisación.
¿Real Madrid, FC Barcelona o… Real Zaragoza?
Real Zaragoza y luego, no me corto
al decirlo, Real Madrid y el Real Betis Balompié, que son los equipos tirando
para mi tierra. Nací a 300m del Bernabéu y mi familia siempre ha sido madridista,
lo que pasa es que al llegar a Zaragoza te agarras al club de tus amigos, al
que te abonas, al que ves todos los días, al más humilde.
¿Cómo ve la actual situación del club?
Infame. Ya no es ni un club. Lo
único que lo soporta es la masa social, que al ser histórica siempre va a tener
bastante fuerza detrás. No es un club nuevo que se puede desvanecer.
También sigue el motociclismo, ¿cuál es su piloto favorito?
El motociclismo es un deporte que
me gusta, soy fan de todos, pero los que más sigo y a los que más aplaudo son
Jorge Lorenzo y Álvaro Bautista, los que para mí tienen la cabeza mejor
amueblada ahora mismo. A ver Álvaro, este año tiene que explotar.
¿Y si tuviera que elegir entre que el Real Zaragoza ascienda a Primera
División o que Jorge Lorenzo gane este mundial?
El ascenso del Real Zaragoza, sin ninguna
duda.
Los toros son otra de sus pasiones, ¿cuándo comenzó esta afición?
Un 23 de abril, San Jorge, que
tenía yo 5-6 años. Mi tío de Jaén estaba en Zaragoza esos días y me llevó a la
plaza. Toreaba Ruiz Miguel, buen cartel. Recuerdo que nos llevamos unas
banderillas, mi tío por ser policía las consiguió. Me llamó muchísimo la
atención la plasticidad, los colores, el aroma, el movimiento, la gente… Debió
ser una buena corrida porque se sabe que si vas por primera vez y es un
aburrimiento, cuesta volver.
¿Qué ruedo y torero son los que más le gustan?
El ruedo que más me gusta y donde
más disfruto es el de Céret, que es una ciudad francesa. Toreros… soy seguidor
de Morante de la Puebla pero me gusta mucho Fernando Robleño.
¿Tiene alguna otra afición?
El ciclismo. He sido ciclista desde
crío, bueno… salía en un grupo aquí en Zaragoza. También aficionado a mi hija,
a ser padre, una afición que hay que tener. Aficiones las que me echen, vicios
todos (risas).
Hablando de su hija, ¿cómo compagina su vida profesional como actor y su
vida personal como padre de la pequeña Jimena?
Haciendo puzles, literalmente. Mi aplicación
de horarios del móvil está siempre llena: “estar con Jimena”, “estar en clase”,
“ir a buscar a Silvia, mi chica”. Cuando puedo compaginar, mezclando hija con
teatro, que la llevo a algún ensayo o a verme actuar, lo disfruto mucho porque
ella también disfruta.
¿Le gustaría que su hija se dedicara también al teatro?
Me gustaría que se dedicase a lo
que ella considere, pero no. Siempre digo “si volviera a nacer, volvería a ser
actor, pero es algo que no se lo recomiendo a nadie”. Es muy duro.
¿Algún personaje u obra que le gustaría protagonizar?
Cualquiera
es bueno, no tengo un mito. Hay compañeros que dicen “me gustaría hacer Hamlet”
o “me gustaría hacer Max Estrella”. Yo no, a mí me gustan todos los personajes.
¿Ha pensado en producir una obra?
Para eso se necesita mucho dinero.
No me gustaría, de hecho he ayudado a producir, pero no me gusta porque lleva demasiado
trabajo y no estoy hecho para eso. Lo haría mal, tendría que aprender. Me
gustaría más producir cine o televisión, eso sí, porque necesita más energía
que producir una obra de teatro.
Actuar frente a frente con el público es complicado, ¿qué consejo daría
para superar el miedo escénico?
El miedo escénico es algo innato,
todo ser humano tiene miedo escénico, incluso nosotros, lo que pasa es que
hemos aprendido a rebajarlo. Siempre hay que guardarse un poco de nervios, sino
saldrías relajado y tienes que salir activo. Relajarse con la respiración, con
las ganas de hacer. Si sabes lo que vas a hacer y respiras un poco, se acaba
solucionado. Además, los resultados son mejores si has estado nervioso, al
acabar la adrenalina sube.
En cuanto a la actual cultura española, ¿qué opina?
Deberíamos seguir el modelo
cultural francés, por ejemplo, no en el caso de dar más dinero a la cultura porque
considero que igual habría que empezar a quitar alguna, más que nada porque si
la gente se acostumbra a vivir del dinero que te dan a fondo perdido al final
no avanzas. Necesitamos vender productos como tal, que la gente los compre,
pero teniendo algunas ayudas porque el mercado cultural es un mercado de
riesgo, es decir, no es algo básico. El ocio es más difícil para eso, pero no puedes
acostumbrar a la gente a que hagan lo que hagan van a conseguir dinero. Ahí
está malentendido el mundo de la cultura hoy en día y por culpa de unos pocos
piensan que el resto somos gente que vivimos de tocarnos la tripa. No es así.
¿Tiene algún otro proyecto en mente?
Sí, me gustaría hacer un monólogo
teatral, no monólogo cómico como los que hago con improvisación con el Club Desastre,
sino al estilo de otros grandes como El Brujo o Alberto Castrillo. Monólogos
que pueden durar dos horas, con una gran historia y muchos personajes. Yo creo
que ahora es el momento de empezar a hacerlo, tengo ideas en la cabeza. Igual
también un diálogo con algún compañero como Paco Fraguas.
De no haber sido actor, ¿qué le habría gustado ser?
Torero. Creo que todos somos
exhibicionistas por naturaleza pero los que se dedican a las artes escénicas
tienen un punto más de ego que hay que controlar. Necesitas hacer feliz a la
gente, que el público esté contento, ya sea en un ruedo, en un concierto, en un
escenario de teatro o en un deporte. Es un buen sitio para hacerlo.
¡Espero que os haya gustado!
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