Pedro García Aguado, más conocido como Hermano Mayor, se
convirtió en uno de los mejores jugadores del waterpolo español. Sin
embargo, el éxito profesional le llevó al fracaso personal. Comenzó a
consumir drogas con 14 años y su adicción se fue desarrollando
paralelamente al deporte hasta el punto de necesitar drogarse para
sentirse bien.
Entrevista realizada por Leire Dieste y Lara García
Fotografía: Leire Dieste |
Su adicción a las drogas y al alcohol comenzó a la vez que empezaba su carrera en el waterpolo. ¿Por qué esa adicción?
Para situar, empecé a consumir con 14 años. Sí que es cierto que ya
desde muy pequeño tenía mucha tolerancia al alcohol, no sé si en ese
momento ya era adicto, con lo cual posiblemente mi adicción se fue
desarrollando paralelamente al deporte y al éxito deportivo. Necesitaba
drogarme para sentirme bien. El deporte también lo utilicé como droga,
ya que también me hacía sentir bien cada vez que hacia un buen
entrenamiento, un buen partido. Con lo cual una razón de por qué me
convertí en adicto, porque tomé drogas.
¿Qué le llevó a pedir ayuda y cuáles fueron sus motivaciones para salir del mundo de las drogas y el alcohol?
No hay una motivación consciente de voy a seguir drogándome. Yo no
tenía conciencia de que lo que me estaba pasando era un problema y mucho
menos que era drogadicto. Tenía estigmatizada esa palabra a las
personas que vivían en barrios marginales o tenían que ver con otro tipo
de droga como podía ser la heroína, con lo cual no era consciente de
eso. Para salir del mundo de las drogas y el alcohol la principal
motivación que tuve fue el deterioro físico y mental al cual había
llegado. El haberme separado de dos mujeres, tener dos hijas de mujeres
diferentes, no tener dónde caerme muerto, haber hecho que mi madre
viniera de Madrid a Barcelona para poder vivir con alguien y, sobre
todo, el deterioro de la dignidad personal. Llegué a hacer cosas que no
quiero recordar solo por el hecho de poder seguir drogándome.
Principalmente me ayudó mi familia.
Una vez superada esa adicción, ¿cómo definiría esa etapa de éxito profesional y fracaso personal?
Lo que al final me ha quedado de todo aquello son muchas
experiencias, valores o capacidades que pongo ahora en mi vida diaria.
El éxito profesional lo que me ha enseñado es que el éxito y el fracaso
son dos grandes impostores, ya que, triunfando aparentemente, lo que me
estaba pasando es que como persona estaba fracasando. Pero de toda esa
experiencia es de donde he sacado todos los conocimientos para dedicarme
a lo que me dedico. Con esto quiero decir que tanto uno como otro me ha
servido para aprender.
¿Qué sintió el día que ganaron la medalla de oro en los juegos de Atlanta en el 96?
Para nosotros esa medalla era el último cartucho, ya que habíamos
perdido, o ganado la de plata en los JJ.OO de Barcelona 92. La sensación
que tuve fue de satisfacción, porque yo como siempre jugaba al límite.
Si no hubiéramos ganado esa medalla, yo creo que nos hubieran echado a
todos del equipo. Era un equipo deteriorado, no nos llevábamos bien con
el entrenador y había muchos problemas. Aquella medalla de oro nos
sirvió para reafirmarnos, para coger aire y sobre todo coger gasolina
para cuatro años más. Para mí fue una gran satisfacción, pero al mismo
tiempo fue una justificación más para poder celebrar algo, ya que cuando
nos subimos al podio lo único que dije fue “vámonos ya de aquí que lo
que quiero es llegar y coger una botella de vino”. Pero la sensación fue
de haber realizado un buen trabajo, de haberlo conseguido después de
haber sufrido mucho hasta llegar ahí.
En cuanto al programa de Hermano Mayor, ¿cómo nace el proyecto?
Es un proyecto que viene de Francia, de una productora francesa.
Cuando había revueltas en los barrios periféricos de París, la figura
del hermano mayor es la figura del jefe de las bandas, pero luego se
convierte en interlocutor con los ayuntamientos y es la figura que
apacigua un poco los disturbios. La idea en España lleva metida en los
cajones de Telecinco durante mucho tiempo, lo rescata la productora
Plural que es la que sigue teniendo los derechos aquí en España y mandan
mails a educadores, psicólogos, etc. Yo me acuerdo que en aquel momento
estaba trabajando como terapeuta de adicciones en un centro donde yo me
había recuperado. Había publicado el libro, por ello se ponen en
contacto conmigo. Gracias a mi experiencia y gracias a cómo en el
casting yo me enfrento con un chaval, cuando nadie lo había hecho, les
gusto y me contratan. Fue algo totalmente accidental. Yo creo que, más
que por la altura, impongo porque cuando digo las cosas, las digo con
conocimiento de causa, ya que yo he sido como esos chavales, he pensado
como ellos y sé las excusas que se dan. Por ello los tíos cuando me ven
llegar lo que les jode es que muchas veces les voy a dar en el clavo.
Además, en cada actividad estamos como dos o tres horas aunque en el
programa se vea solamente 3 minutos.
En el programa hay adolescentes que han perdido el buen
camino de la vida. ¿Cuáles son las principales pautas que deben seguir
unos padres para reconducir a su hijo?
Primero los padres tienen que darse cuenta de lo que ellos pueden
hacer como padres, es duro ver que se han equivocado educando, que no
han sido capaces de poner límites o incluso han sobreprotegido, con lo
cual los hijos se han convertido en unos tiranos. Como eres mi hijo te
quiero y, por ello, voy a hacer todo lo posible para reconducir esta
situación para que el día de mañana tú no tengas los problemas de ahora.
Cosas que deben hacer: saber cómo poner límites, saber cómo ganarse el
respeto, que para eso son los talleres que hemos venido a dar en
Ibercaja. Este tipo de talleres van muy bien para que padres con no muy
buena autoestima, con no muy buena capacidad de formación para educar,
recuperen esa autoridad dentro de casa y sobre todo se atrevan a poner
normas a veces drásticas.
Como sabemos no todo lo que sale en la tele es real. ¿Hay
ficción en su programa o realmente son casos que pasan de esa manera en
la realidad?
Todo lo que pasa en Hermano Mayor es real. Chicos que la terapia les
ha venido muy bien en un momento, como luego no han seguido con esa
buena actitud, han empezado a decir que se les ha pagado no sé cuántos
mil euros, etc. No se paga a las familias. Sí que se paga cierta
destrucción que hay en casa. Si tú haces un programa de tv, y rompen
puertas, a esa familia la recompensas de alguna manera porque eso ha
ocurrido mientras estamos allí. Lo que sí que ganan es la terapia.
Además, se les da de alta como primer trabajo los nueve días que están
trabajando con nosotros y así ya tienen un expediente en la seguridad
social. Es la mínima compensación y yo no me prestaría nunca a
teatralizar. Lamentablemente lo que ocurre es cierto, pero no es que sea
cierto porque salga en tv, sino que yo en el despacho cada día tengo
bronca con chavales que no aceptan normas, incluso chavales que son
menores de edad.
Esos comportamientos están normalizados en esas casas.
Por ello no necesitamos teatralizar ni pagar a nadie para que aumente,
simplemente somos especialistas en hacer cosas que no les gustan y
sabemos que van a reaccionar así. Si yo desde pequeño las cosas las
consigo pataleando, de mayor me da igual que me estén grabando porque yo
no siento ridículo al hacer eso, no tengo vergüenza, sino que creo que
es la forma de conseguirlas. Todo lo que han estado haciendo hasta ahora
no es lo correcto y su manera de pensar y de comportarse se viene abajo
cuando yo hago que se den cuenta de ello. Consiguen lo que quieren,
pero pasan por encima de ti porque además tienen a los padres sometidos.
Es normal para ellos, da igual que esté el cámara.
¿Y después de marcharse de sus casas? ¿Se realiza
posteriormente un seguimiento? Cuesta creer que realmente cambian y no
vuelven a las andadas…
Con algunos sí se realiza un seguimiento, con otros no. El objetivo
del programa es reconciliar a la familia, luego quedan muchas cosas por
trabajar y eso lo hacemos a través de Sonia Cervantes y especialistas de
la zona. En ocasiones les ponemos en contacto con educadores sociales o
trabajadores para que sigan manteniendo eso, la búsqueda de trabajo,
cómo hacer un currículum, etc. A varios les he perdido la pista, algunos
sé que han vuelto a las andadas, pero otros sé que están muy bien.
¿En algún caso ha pasado miedo?
Miedo no, lo que paso es mucha responsabilidad. Me pongo muy tenso al
pensar que si yo no ayudo a este chico, si no logro hacer que cambie la
manera de pensar, cuando yo me vaya va a ser aún más tirano de lo que
es. Me siento muy presionado, pero miedo no porque son chavales
perro-ladradores, sí que te levantan la mano, te tiran piedras, te
insultan… pero sabes por qué lo están haciendo, les estoy dando caña y
no están acostumbrados a que les den caña. Es una reacción normal.
¿Y nunca ha querido tirar la toalla porque parecía imposible cambiar la actitud de un adolescente?
Hubo uno que como no escuchaba le tuve que poner un esparadrapo. Un
rapero que escupía a su madre. La hermana era militar y vivía en
Zaragoza, el tío no callaba. Estaba acostumbrado a las peleas de gallos y
le decías “no estoy peleando, no quiero quedar por encima de ti,
simplemente te estoy hablando para que entiendas tu comportamiento con
tu madre, que le estás echando en cara una serie de cosas que no
proceden”. En este caso sí que yo le decía a la directora que no podía,
por ello le pusimos un esparadrapo en la boca para que escuchara.
Un caso muy duro fue el de Fany, pobre Fany. La madre renunció,
grabamos una cosa con ella y no pudimos emitirla porque era muy bestia.
Fany le preguntó a su madre por qué le había abandonado y ella le
contestó que sí le llamaba por teléfono. Fany tenía un problema serio de
autoestima y eso le llevaba a irse con gente no adecuada. Cuando le
dijimos a su abuela que le diera una lección, que le quitara el
teléfono, ella reaccionó mal y la agredió, la arañó. No era mala niña,
al final yo siempre digo lo mismo: son buenos niños.
Su labor tiene un mérito enorme, por lo que imaginamos que mucha gente le pide consejos incluso por la calle… ¿Cómo le sienta?
Consejos profesionales no. Hay algo que me molesta mucho y es cuando
la mayoría tiene problemas con un niño pequeño, que me vienen y me dicen
que ya me llamarán cuando se haga mayor. ¿Por qué no prevenir ahora que
no se comporten así? Eso me da un poco de miedo, ¿no están viendo lo
que ocurre si no lo educas bien? Luego no podrán. No es lo mismo un
berrinche de un niño de 2 años que uno de 18, de 14 o de 16. En cuanto
al mérito, no es solo mío, hay un gran equipo detrás como Sonia
Cervantes, la productora, y sobre todo los editores que luego hacen todo
tan bonito. Son muchas horas de grabación que tienen que resumirse en
50 minutos y de manera que se entienda perfectamente la historia.
Además de los libros que ha escrito y de las conferencias y
seminarios que imparte, ¿tiene algún otro proyecto en mente que le
gustaría llevar a cabo?
El proyecto más interesante es el de “Aprender a educar”, abrir un
espacio residencial para adolescentes donde haya técnicas reeducativas,
no que sea un centro disciplinario de castigos, sino chavales que no
están adaptados en el cole, que tienen problemas en casa, que no saben
gestionar la frustración y muestran agresividad, a que estén integrados
con la naturaleza, con el deporte, con profesores o terapeutas para que
el día de mañana puedan valerse por sí mismos.
Cambiando de tema y para concluir, ¿cómo llevan sus hijas que
su padre sea una de las personas que más sabe sobre la adolescencia y
sus problemas?
Mis hijas han sabido diferenciar el Hermano Mayor con el padre,
aunque sí hubo un momento de confusión. La pequeña me presentó en el
colegio como Hermano Mayor y yo le decía: “hija, que soy tu padre”,
parecía Luke Skywalker. Sí tienen muy claro cuál es mi trabajo en
televisión y cuál es mi función de padre. Eso sí, ce cansan un poco
cuando me paran para pedirme fotos, ellas se apartan y les molesta
bastante.
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