Os dejo el reportaje de Cani que hice hace un tiempo. Espero que os guste ;)
Comenzó a
jugar a fútbol a los seis años en el Stadium Venecia, pero fue en mayo de 2002
cuando, ante el Barcelona, debutó con el primer equipo del Real Zaragoza. Un
inesperado “caño” al barcelonista Reiziger dio inicio a la trayectoria
profesional de Cani. Once años después, es una pieza fundamental en el centro
del campo de su actual equipo, el Villarreal CF.
Rubén Gracia
Calmache, más conocido como “Cani”, ya destacaba con el balón en los pies desde
una temprana edad. El club deportivo de su barrio, Stadium Venecia, fue testigo
de su magia cuando éste apenas alzaba poco más del metro. Los que entonces
pudieron disfrutar de su fútbol no dudaron que aquel chaval tendría la
oportunidad de triunfar en el club de su tierra. Sin embargo, el de Torrero no
lo tuvo nada fácil.
Tras su
segundo año de Infantil, pasó a formar parte de la cantera zaragocista, donde
permaneció hasta el último año de la categoría Juvenil. A sus 19 años, durante
la temporada 2000/2001, se marchó cedido al Utebo Club de Fútbol para jugar en
Tercera División. Fue entonces cuando Cani estuvo a punto de abandonar el
deporte rey para trabajar de reponedor en un conocido supermercado. Pese a que
Manolo Villanova, entrenador del filial,
no contaba con él, fue repescado por el Real Zaragoza y decidió darle
una oportunidad. Ese mismo año acabó debutando en Primera ante el FC Barcelona.
En
el primer balón que tocó “el Niño” aquel 11 de mayo de 2002, cuando el Zaragoza
ya había consumado su descenso, se burló de Michael Reiziger sorprendiéndole con
un caño. Posteriormente, en la campaña 2002/2003 firmó el contrato con su
primer equipo y, debido a sus continuas exhibiciones técnicas, consiguió la
titularidad en la mediapunta. Su calidad le llevó a ganarse a la mayor parte de
la afición, sin embargo, su irregularidad no le permitía ir más allá. Tenía
mucho talento por demostrar y quizá por eso La Romareda siempre le exigió más
que a los demás.
Durante
las próximas temporadas, el maño continuó pasando por malos momentos. Partidos
en los que nada le salía bien y la afición ya no le perdonaba el mínimo error.
Los pitos de la grada no le ayudaban a mejorar, más bien todo lo contrario. Un
día, después de un mal partido, Cani no pudo contener las lágrimas. Sin
embargo, a partir de ese momento, fue él mismo
quien se dio cuenta de que aquellos gritos le hacían madurar, personal y
profesionalmente.
Esa
madurez le permitió mejorar sobre el terreno de juego y, de esta manera,
consiguió el respeto y el apoyo de la afición. Luciendo el dorsal número '8',
mientras se desenvolvía con soltura por ambas bandas, Cani se consagró como uno
de los jugadores estrella del Real Zaragoza. Fue uno de los máximos asistentes
de la Liga en la temporada 2005/2006, quedándose a las puertas de la Selección
Española.
Al
concluir la temporada, cansado de esperar una renovación, Cani se vio
prácticamente obligado a dejar su equipo de toda la vida para incorporarse al
Villarreal CF por 8,4 millones de euros. Una operación cargada de controversia
de la que Alfonso Solans salió demasiado airoso abandonando el Real Zaragoza
mientras Agapito Iglesias subía al poder.
La perla
maña se fue de La Romareda, su casa, pero hoy en día el escudo del león sigue
estando en su corazón. El jugador firmó por cinco temporadas con el Submarino amarillo y empezó siendo uno
de los hombres indiscutibles para el técnico Manuel Pellegrini. No obstante,
como anteriormente le ocurrió en su ex equipo, su irregular juego le pasó
factura y comenzó varios partidos desde el banquillo. Su constante trabajo le
llevó a recobrar la titularidad en la banda derecha, siempre con tendencia a
desplazarse al centro del campo.
Ya en aquella campaña, con la marcha de Pellegrini y la llegada de Ernesto Valverde, al “Genio de Torrero”, se le otorgó un mayor protagonismo que apenas tuvo con Pellegrini. Fue adquiriendo confianza en sí mismo y combinó la inteligencia con el talento. Cuando Cani estaba completando una gran temporada, el Villarreal bajó el nivel alcanzado hasta el momento, lo que supuso la destitución de Valverde.
El nuevo entrenador, Juan Carlos Garrido, sentó a Cani en más de una ocasión hasta que a final de la temporada 2010/2011 se volvió a convertir en uno de los fijos en el once, portando incluso el brazalete de capitán. Debido a que estaba realizando uno de los mejores años de su carrera, el centrocampista fue renovado hasta 2014.
Su buena racha continuó hasta que, ya en la campaña 2011/2012, la situación del Submarino se complicó y es que, en apenas tres meses, pasaron tres entrenadores y el club contó con importantes bajas. Una de ellas fue la de Rubén, que sufrió un esguince de grado dos en el ligamento interno de la rodilla derecha, lo que le impidió pisar el terreno de juego durante seis semanas.
Desde el inicio de la actual temporada, Cani era uno de los intocables. Pasó por una mala racha y fue el blanco de las críticas de la grada amarilla. Sin embargo, desde que Marcelino tomó las riendas del Villarreal, su papel en el equipo aumentó de tal manera que el maño ha pasado a adquirir el estatus de líder que todavía no había llegado a demostrar. Actualmente, el centrocampista está a punto de recuperarse de la lesión que sufrió el pasado mes de febrero, una rotura fibrilar en el bíceps femoral de su pierna izquierda.
En definitiva, Cani ha crecido en todos los sentidos. Aunque a sus 31
años le siga acompañando esa sonrisa traviesa y esa vena bromista fuera del
campo, ya no es aquel niño sin experiencia que jugaba en el club de su tierra. Zaragoza
le vio nacer, crecer e incluso vio como muchos de sus sueños se hacían realidad.
Sin embargo, también lo vio marchar. Siete años después, uno de los mejores
futbolistas aragoneses de la última década continúa llevando al Real Zaragoza
en su corazón. Es más, Cani viaja con el Submarino pero jamás dejará de navegar
por el Ebro.